DICCIONARIO BÍBLICO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA Contenidos - Contents EL DICCIONARIO BÍBLICO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA Cada una de las 4 divisiones del año, determinadas por los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de verano e invierno. Los hebreos usaban otro término, teqff>h ("círculo" para aludir a las 4 épocas del año y sus respectivos trimestres; sin embargo, no hay seguridad de que la Biblia use la palabra teqff>h con ese sentido. Las estaciones de Palestina son principalmente 2: la lluviosa o húmeda ("invierno" (heb. jôref ); desde el otoño hasta la primavera) y la seca ("verano" (heb. qayits); véase la tabla correspondiente en Fiesta). La gente del país espera ansiosamente la primera lluvia del otoño, llamada "lluvia temprana" (Jer. 5:24; Jl. 2:23; Stg. 5:7), para que humedezca el suelo reseco a fin de poder arar y sembrar antes de que vengan las lluvias copiosas del invierno. "La lluvia tardía", que cae hacia fines de la estación lluviosa, ayuda a madurar el grano inmediatamente antes de la cosecha de la cebada en la primavera (Dt. 11:14). Esta es la estación del pasto verde y de las flores, que pronto se secan como consecuencia del calor abrasador del verano. Desde mayo hasta octubre prácticamente no cae lluvia, incluso en la región montañosa de Jerusalén. En la mayor parte de los arroyos el agua se agota hasta que vuelven las lluvias del otoño. El Jordán tiene una estación durante la cual se sale de madre, y ello ocurre en primavera, lo que depende no sólo del índice local de lluvias, sino del derretimiento de la nieve en el monte Hermón, que le da origen. La primavera y el verano eran los meses cuando se montaban las más importantes campañas militares (1 Cr. 20:1) entre los imperios rivales y las ciudades-estados (que continuamente eran los territorios de Siria y Palestina), aunque en ocasiones no vacilaban en pelear también durante la estación lluviosa. Encontramos referencias en la biblia no sólo a las estaciones relacionadas con la agricultura, sino también con las estrellas (posiblemente las constelaciones del zodiaco; Job 28:32), el sol y la luna como los cuerpos celestes que ejercen influencia sobre aquéllas (Gn. 1:14-16; Sal. 104:19), a los momentos de calor y de frío (Gn. 8:22), a la incongruencia de "la nieve en verano" y "la lluvia en la siega" (Pr. 26:1), y a la época de veda para la navegación, que comenzaba en el otoño (Hch. 27:9,12). Véanse Año; Palestina (VIII); Zodíaco. Resina dulce que exudan ciertas plantas, no identificadas con seguridad, pero posiblemente el estoraque, una planta arbustiva que a veces alcanza hasta unos 6 m de altura. Se puede obtener una resina muy perfumada haciendo incisiones en sus ramas. Este producto, sin embargo, no es el estoraque líquido del comercio. Algunos sugieren que es el bálsamo, una resina también llamada "bálsamo de Galaad", y otros que es 407 la resina del Pistacia lentiscus. El estacte era uno de los ingredientes del perfume que se usaba en el tabernáculo (Ex. 30:34). Bib.: PB 224, 225, 177, 178. 1. Medida lineal de 600 pies griegos o 625 pies romanos (unos 185 m; Lc. 24:13; Jn. 6:19; 11:18; Ap. 14:20; 21:16). 2. Pista alargada donde los griegos celebraban carreras. El nombre se deriva del estadio de Olimpia, que tenía un estadio de longitud (1 Co. 9:24). Dado los distintos pies existentes, la longitud real del estadio variaba según fuera el ático (unos 178 m), el pítico (165 m), el olímpico (unos 193 m), el ptolemaico, alejandrino o romano (unos 185 m) o el vulgar (198 m). Traducción del: 1. Heb. 'agam (Ex. 8:5; 2 R. 3:16; etc.). Generalmente designa una cantidad de agua estancada, como en los pantanos o depresiones del lecho seco de un río. 2. Heb. miqwLh, "estanque", un tanque de almacenamiento de agua en campo abierto (Ex. 7:19). 3. Heb. berêkâh y gr. kolumbéthra, un depósito de agua como los que se construían en las ciudades para almacenar agua para bañarse, lavarse, beber y cocinar. Sus aguas procedían de manantiales y se canalizaban por acueductos hasta el depósito. La Biblia habla de varios estanques: el de Gabaón (2 S. 2:13); el de Hebrón (4:12); el de Samaria (1 R. 22:38), que ha sido excavado; el de Hesbón (Cnt. 7:4), que también ha sido excavado; y los famosos estanques de Siloé* y Betesda* en Jerusalén (Jn. 5:2; 9:7). Véase Cisterna. Lugar mencionado en Neh. 2:14, aparentemente en la parte sur del monte sudoriental de Jerusalén; por ello algunos lo identifican con el estanque de Siloé.* Otros, con el de Salomón (que, de acuerdo con Josefo, probablemente estuvo en el valle inferior del Cedrón). Bib.: FJ-GJ v.4.2. Elemento químico metálico, blando, blanco-azulado, que se obtiene por fundición del mineral que lo contiene. Se conocía y usaba desde tiempos anteriores al éxodo, especialmente en la forma de su aleación con el cobre: el bronce.* En Palestina hay muy poco estaño, si existe; en consecuencia, el que se encuentra allí probablemente vino de Tarsis o de la India (Ez. 27:12). Cerca de la orilla de Jafa se encontraron 2 lingotes de estaño marcados con signos ciprio-minoicos. Habrían sido parte de un cargamento de un barco llegado de Chipre o de Ugarit, donde se usaba la escritura ciprio-minoica desde el s XVI hasta el XIII a.C. Algunos eruditos creen que, en realidad, se lo confunde con el plomo. Bib.: BA 40 (1977):53. Pueblo en la Sefela, en el territorio de Judá (Jos. 15:33), asignado a los danitas (19:40, 41). Estaba cerca de Zora, y se lo menciona con frecuencia en el relato de Sansón (Jue. 13:25; 16:31; 18:2, 11). Se lo identifica con Eshwa{, a unos 21 km al oeste de Jerusalén y a unos 3 km al este de Zora. Mapa VI, E-2. Habitantes de Estaol* (1 Cr. 2:53). Cristiano en Roma a quien Pablo llama "amado mío" (Ro. 16:9). Moneda* griega grande de plata, también conocida como tetradracma (4 dracmas; Mt. 17:27; tal vez también Mr. 12:15); equivalía a 2 didracmas, a 4 denarios y a un siclo. Las tetradracmas más comunes procedían de Tiro, sobre la costa mediterránea. La moneda pesaba unos 17,5 g y era la que se usaba corrientemente para pagar el tributo* del templo (fig 170). Requerimiento específico y fijo, generalmente un decreto divino (Ex. 27:21; 29:28; Lv. 6:18; Dt. 8:11; etc.). Traducción del: 1. Heb. mizrâj, "el lugar de la salida del sol", "oriente" (Dt. 4:47, DHH; Jue. 20:43; Is. 41:25; etc.). 2. Heb. qâdîm, qâdîmâh y qedem; gr. anatole, "adelante", "levante", "este". Los hebreos acostumbraban mirar hacia el este cuando daban las direcciones cardinales (tomado como punto de referencia el curso solar aparente). Así, lo que estaba delante era el este (Gn. 2:1; Jue. 6:3, 33; 2 R. 23:13, DHH; Ap. 21:13, DHH; etc.), lo que estaba detrás era el oeste (Jue. 18:12; Ez. 41:15, NBE; Zac. 14:8), lo que estaba a la derecha era el sur (Jos. 17:7; 2 Cr. 4:10, "sudeste") y lo que estaba a la izquierda era el norte (Jos. 19:27; Ez. 16:46), Cabe destacar que el este era el punto cardinal preferido en la Biblia, pues era símbolo de alegría, prosperidad y aun de Dios mismo (cf Lc. 1:78). Primer mártir cristiano. Su nombre griego sugiere un fondo helenístico. La tradición 408 dice que él y Felipe estuvieron entre los 70 enviados por Jesús (Lc. 10:1-17). La 1ª mención a Esteban aparece en Hch. 6:5, donde se lo designa como uno de los 7 hombres escogidos por la iglesia de Jerusalén y ordenados para supervisar la diaria distribución de alimentos a sus miembros pobres (vs 1-6), en armonía con el sistema comunitario adoptado por la nueva iglesia (4:32, 34, 35). Los hombres en este cargo debían ser "de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría" (6:3). 211. La Puerta de Esteban en Jerusalén. Luego se menciona a Esteban realizando milagros y predicando con poder como consecuencia de su fe y de la gracia que le otorgó el Espíritu Santo (Hch. 6:8). El éxito de sus labores y la convicción que despertaba su predicación del evangelio suscitaron el antagonismo de ciertos hombres "de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia" (v 9). Estos hombres eran aparentemente judíos devotos de la dispersión que habían venido de sus países para adorar en Jerusalén. Llegando a la conclusión, por la predicación de Esteban, de que estaba propagando ideas destinadas a disminuir la importancia del templo y las costumbres de Moisés (vs 13, 14), en primer lugar procuraron debilitar su influencia y anular su predicación disputando con él. Sin embargo, su lógica, su percepción espiritual y el poder que acompañaba su predicación superó todos los argumentos de ellos (6:10). Habiendo fracasado su estrategia, instigaron a ciertos hombres a acusarlo de blasfemia (v 11). Esto despertó la indignación del pueblo y de los dirigentes; fue arrestado y arrastrado ante el concilio* (v 12). Allí lo acusaron de haber hablado contra el templo y la ley, y de haber enseñado que Jesús destruiría el templo (6:13-15; 7:1). En su defensa, Esteban presentó un resumen de la historia del pueblo escogido de Dios comenzando con Abrahán (7:2), y demostró que los hebreos habían rechazado sistemáticamente la dirección divina y que ahora habían rechazado al Mesías. Al sentir, evidentemente por la reacción de sus oyentes, que su defensa había fracasado y que sus enemigos estaban decididos a quitarle la vida, abruptamente terminó su razonamiento y comenzó una severa denuncia contra sus acusadores (Hch. 7:51-53). Finalmente, como sus enemigos manifestaban una ira asesina (v 54), él, "lleno del Espíritu Santo", recibió una visión de Jesús sentado a la diestra de Dios (v 55). Al describir esta visión, su audiencia se tapó los oídos ante lo que consideraba una blasfemia, y lo arrastraron fuera de la ciudad, donde lo apedrearon (vs 56-58). "Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él" (8:2). La muerte de Esteban, que ocurrió sólo unos pocos años después de la vida terrenal de Jesús, inició la 1ª ola de persecución contra la iglesia. Los creyentes se vieron obligados a abandonar Jerusalén, y con ello la semilla del evangelio de Jesucristo fue dispersada hasta muy lejos (v 1). Jefe de una familia que incluía a los primeros conversos de Pablo en Grecia (Acaya), y cuyos miembros el apóstol mismo había bautizado, contra su costumbre (1 Co. 1:16; 16:15). Con Acaico y Fortunato, Estéfanas había ido a Efeso con mensajes de la iglesia de Corinto (16:17). Tal vez llevó consigo de vuelta la 1ª epístola a esta iglesia. 1. Pueblo en la región montañosa de Judá, asignado a los sacerdotes (Jos. 21:14; 1 Cr. 6:57; Jos. 15:50). Recibió de David algunos despojos obtenidos de los amalecitas que habían destruido Siclag (1 S. 30:28). El sitio ha sido identificado con es-Semû', a unos 14,5 km al sudoeste de Hebrón. En 1969, Z. Yeivin dirigió una excavación secundaria y la restauración parcial de una sinagoga judía del s IV d.C. en es-Semû{. Durante estos trabajos, se descubrió un tesoro bajo una cámara lateral de la sinagoga. Consistía de 5 jarrones de cerámica del período de los primeros reyes hebreos, que contenían unos 25 kg de joyas y lingotes habría estado conectado con el botín enviado por David a Estemoa (1 S. 30:26, 28). Mapa VI, F-3. Bib.: D. Barag, EAEHL 11:386-389. 2. Maacateo descendiente de Esdras (1 Cr. 4:17,19), considerado por algunos comentadores como el fundador del pueblo de Estemoa. 409 Reina judía del rey Asuero, o Jerjes, y heroína del libro del mismo nombre (véase Asuero 2). El nombre original hebreo de Ester era Hadassâh, "mirto". Probablemente adoptó el nombre Ester al entrar en la corte persa. Era hija de Abihail, aparentemente un benjamita, e hija adoptiva de su primo Mardoqueo,* miembro de la corte de Asuero (Est. 2:5, 7, 15). Tanto Ester como Mardoqueo eran descendientes de los exiliados hebreos que habían sido transportados a Babilonia por Nabucodonosor más de 100 años antes, pero estaban entre los que habían elegido permanecer en la tierra de su exilio cuando Ciro les dio permiso para regresar a Judea. Ambos eran residentes en Susa,* la antigua capital de Elam (pero en su tiempo una de las varias capitales de Persia), ubicada a unos 320 km al este de Babilonia (Mapa XII, D-8). Ester era una joven notablemente hermosa, cuyo tacto y simpatía le ganaron el favor real y el título de reina después que la anterior, Vasti, cayera en desgracia. Asuero le dio ese rango en su 7º año (c enero del 478 a.C.). Esto habría ocurrido poco después de la desastrosa guerra contra Grecia, marcada por las batallas de Salamina y de Platea. Cuatro años más tarde, en abril del 474 a.C., el favorito real, Amán, echa suertes y consigue que el rey firme un decreto real autorizando la muerte de todos los judíos dentro del Imperio Persa y la confiscación de sus propiedades (Est. 3:7-15). Por medio de este decreto procura vengarse de Mardoqueo, que, cuando el favorito entraba y salía por la puerta del palacio, permanentemente rehusaba inclinarse ante él (vs 2-6). Naturalmente, entre los judíos el decreto produce gran consternación, y Mardoqueo informa del problema a Ester (4:1-7) con la advertencia de que Dios ha dirigido las cosas para que ella pueda ser reina en esa hora de crisis y salvar a su pueblo (vs 8-17). En un supremo acto de valor sólo igualado por su infinito tacto, Ester interviene en favor de su nación, aparentemente revelando por primera vez que ella misma es judía (cps 6 y 7). Después de la ejecución de Amán, el rey eleva a Mardoqueo al anterior cargo del enemigo, y en el mes de junio firma un decreto preparado por Mardoqueo que neutraliza el anterior (cp 8). Como gozoso recuerdo de su milagrosa providencia, los judíos decretan un período de fiesta conocido como purim,* "suertes", por la suerte que echó Amán (3:7; 9:17-32). Desde entonces, los judíos la celebran en honor de Ester por su espíritu de valor y devoción, a quien Dios usó para la liberación de su pueblo (figs 212,337). 212. Tumba en Hamadán (la antigua Ecbatana) donde, según la tradición, está enterrada la reina Ester. Informe histórico de la aguda crisis que soportó el pueblo judío en el 474/473 a.C. -cuando un decreto del rey persa Jerjes ordenó su exterminio-, y de la providencia divina para su solución. En la Biblia hebrea Ester es el último de un grupo de 5 libros que tienen el título común de Megillôth (los otros 4 son Rut, Cantares, Eclesiastés y Lamentaciones). Por cuanto el texto hebreo de Ester comienza con la palabra "y", algunos han sugerido que originalmente estaba unido a algún otro libro histórico, posiblemente Nehemías, el libro al que sigue en la LXX y en las traducciones españolas. Aunque en ninguna parte del libro aparece el nombre de Dios, los judíos le asignaron un lugar en el canon sagrado. Ciertos escritores cristianos lo omitieron de sus listas canónicas, y Martín Lutero objetó el libro abiertamente. Se desconoce la identidad del autor de Ester. Sin embargo, todo apunta a alguien que vivió en Susa por ese tiempo: la exactitud histórica de la narración (es decir, la afirmación implícita de que el libro es un informe real de acontecimientos históricos), los numerosos detalles significativos que confirmó la arqueología (sobre todo los del palacio real en Susa), ciertas palabras y formas características del libro, el acceso a los textos oficiales y los archivos reales de los diversos decretos mencionados y citados (copias de decretos reales persas halladas en Egipto son semejantes en forma y estilo a los decretos citados en la narración), y la familiaridad con los terrenos del palacio y sus edificios (las descripciones vívidas y exactas de las maneras y costumbres persas corresponden a lo que sabemos de otras fuentes (Est. 1:5,10, 14; 2:9, 410 21, 23; 3:7, 12, 13; 4:6, 11; 5:4; 8:8, 10, 15; 9:30; 10:1, 21; en suma, a un judío muy educado. Por todo esto, algunos han sugerido Esdras o Mardoqueo como los posibles autores. EVENTOS DEL LIBRO DE ESTER El contexto histórico del libro de Ester se debe buscar en los eventos estrechamente relacionados con la desastrosa campaña de Jerjes en Grecia, que señaló los últimos intentos serios de los persas por incorporar las ciudades-estados griegas al imperio. Aparentemente, la fiesta de 6 meses del cp 1 -a la que asistieron los oficiales de todas partes del imperio-fue el gran concilio de guerra en el cual se hicieron planes para invadir Grecia (por cuanto la campaña se inició poco después de completarse los preparativos necesarios). Ester fue hecha reina después que Jerjes regresara de Grecia, y la crisis producida por el decreto de Amán ocurrió 4 ó 5 años más tarde. Los datos cronológicos exactos, proporcionados por el autor para los principales hechos mencionados en el relato (1:3; 2:12, 16; 3:7, 12; 8:9, 12; 9:1, 17-19), permiten una estrecha correlación con los eventos conocidos por la historia secular. Si el escritor hubiera colocado la gran fiesta, la recepción de Ester como reina o la experiencia de Amán en momentos en que Jerjes estaba por unos meses en Grecia (a unos 2.400 km de distancia), la pretensión implícita del libro de ser histórico habría quedado bajo sospechas definidas. Inversamente, esta estrecha correspondencia con los hechos de la historia confirma su autenticidad. Véase Asuero I. El libro de Ester ocupa un elevado sitial como obra maestra de la literatura. Presenta, en secuencia rápida, situaciones altamente dramáticas, épicas. Ester no sólo es una mujer hermosa, sino también alguien que posee un juicio claro, un autocontrol notable, un tacto refinado, una lealtad firme y un espíritu de abnegación que se eleva a alturas heroicas. Amán es un villano odioso, hábil, inescrupuloso y egotista. La sorprendente serie de coincidencias providenciales que culmina en su desenmascaramiento y muerte y en la liberación de los judíos, cuya extinción como raza había planeado, se compara con el suspenso dramático de cualquier obra de ficción. Aunque no se menciona a Dios por nombre, su providencia soberana es el gran tema de principio a fin. El libro también destaca la naturaleza transitoria del poder y la prosperidad terrenales. Sin duda, por estas cosas el comentador judío medieval Maimónides exalta el libro de ester por sobre todos los libros de los profetas y el resto de los hagiógrafos, poniéndolo al mismo nivel del Pentateuco. Si Dios puede librar a su pueblo de una crisis como la que afrontó en los días de Ester, ciertamente ninguna situación terrenal puede ser demasiado difícil para él, y ninguna situación puede ser tan oscura como para que sus hijos queden sin esperanza. La narración se divide lógicamente en 5 secciones, 1ª de las cuales explica cómo una joven judía llega a ser la reina del Imperio Persa (Est. 1:1-2:20). Luego la narración presenta a Amán cuando es promovido al cargo de primer Ministro y conspira para exterminar a los judíos (2:21- 3:15) y Ester decide salir en favor de su pueblo (4:1-5:8), y llega a su culminación con la caída de Amán (5:9-7:10) y el triunfo de los judíos sobre sus enemigos (8:1-10:3). El relato se inicia con la descripción de una fiesta de Estado -a la que asisten todos los príncipes 411 y nobles de Persia- y continúa con la deposición de Vasti como reina y la posterior elección de Ester como sucesora al favor real. Luego, como medio para explicar el posterior papel de Mardoqueo en el relato, se narra el incidente por el que éste salva la vida de Jerjes (2:21-23). El nombramiento de Amán como Primer ministro lleva indirectamente al odio hacia Mardoqueo y a la conspiración mediante la cual procura vengarse por medio de un decreto real que sentencia a todos los judíos a muerte (3:1-15). Estos se desesperan, pero Mardoqueo se da cuenta de que la posición de Ester como reina le da la posibilidad de acercarse al rey. La convence de que haga suya la causa de su pueblo, aun con gran riesgo personal (4:1-17). Con gran tacto, paso a paso, Ester se acerca al rey y se asegura, antes de presentar su acusación contra Amán, de que sigue gozando del favor real. Su manejo de la situación crítica y delicada es una demostración de habilidad y tacto consumados (5:1-7:6). Mientras transcurren las maniobras de Ester para reunir al rey y a Amán en circunstancias apropiadas para su propósito, Amán sufre una humillación extrema y queda muy desalentado por tener que pasear a Mardoqueo por la ciudad con esplendor real en el mismo momento en que había decidido colgar a su enemigo mortal. Después de desenmascarar a Amán y de la smuerte de éste, los acontecimientos se deslizan rápidamente: Mardoqueo asciende al cargo de Primer Ministro y se promulga un decreto que neutraliza el anterior (8:1-9:16). El resto del cp 9 explica la base histórica de la fiesta de Purim que, desde entonces, los judíos observan universalmente (9:17-32). El cp 10 constituye una conclusión que relata brevemente el honor que recibe Mardoqueo como primer Ministro y muestra cómo usó su alto cargo no sólo para beneficio de persia y de su rey sino también para mejorar el bienestar de su propio pueblo, los judíos (véase CBA 3:457-462). El uso del estiércol como combustible aparece en Ez. 4:12, 13, 15, pero lo difundido de su empleo con ese propósito hoy nos sugiere que también pudo ser usado ampliamente en lo pasado. Su aplicación como fertilizante se menciona en Lc. 13:8. Figuradamente, "estiércol" y "excremento" describen algo detestable, perecedero y sin valor (2 R. 9:37; Job 20:7; Fil. 3:8, "basura", RVR; etc.). En 2 R. 6:25 se habla del "estiércol de paloma" (heb. jarê yônîm), una sustancia desagradable que llegó a ser un alimento codiciado por los sitiados habitantes de Samaria, y por el que pagaron un alto precio. Josefo registra que en su angustia la gente en Jerusalén se vio en la necesidad de comer estiércol durante el sitio de la ciudad. Recientemente se hizo un intento de identificar esta sustancia con un producto vegetal barato e indeseable, pero no se pudo demostrar esta identificación. Bib.: FJ-GJ v.13.7. Seguidor del estoicismo, una destacada filosofía greco-romana del mundo mediterráneo en tiempos del NT. Pablo se encontró con filósofos estoicos en el mercado de Atenas, y sus disputas con ellos y los filósofos epicúreos condujeron al famoso discurso en el Areópago (Hch.0 17:16-21). La filosofía estoica recibió su nombre de la Stoá Poikílos, el atrio decorado del ágora (mercado) de Atenas, donde Zenón, su fundador, enseñó por medio siglo a partir de c 300 a.C. Era una filosofía helenística más bien que helénica. Zenón había nacido en Citium, Chipre, una ciudad griega con elementos fenicios, y probablemente era de origen semítico. Sus sucesores inmediatos al frente de la escuela, Cleantes y Crisipo, también habían venido del Oriente. De los primeros jefes de la escuela ninguno era ateniense, y 5 de ellos provinieron de la frontera semítica del mundo griego. El estoicismo debe mucho al Oriente. Su fervor moral alienta la atmósfera religiosa oriental. Era, en realidad, hijo de la unión entre la conciencia religiosa de Oriente con la cultura clásica de Occidente. Tres de los estoicos más destacados fueron el esclavo Epicteto, el filósofo romano Séneca, y el emperador Marco Aurelio. Se puede decir que el estoicismo es panteísmo materialista. De acuerdo con ello, todo es material: Dios, el alma humana y todas las cualidades de las cosas. El universo está saturado y controlado por un alma del mundo, o fuerza racional, que es Dios. El hombre no sólo está hecho a la imagen racional de Dios, también tiene dentro de sí una chispa de la Deidad. Por virtud de esa chispa es un hijo de Dios. Los intereses primarios del estoicismo eran prácticos y éticos más bien que especulativos: el principal fin de la existencia es vivir en forma virtuosa, en armonía con la naturaleza. Decía Séneca: "Tenemos el hábito de decir que el mayor bien es vivir de acuerdo con la naturaleza". Para el estoico, esto significaba encontrar una manera racional de vida en conformidad con la voluntad divina. Enseñaban que todo lo que ocurre fuera del poder del hombre se debe a ella. Por esa razón se lo debe aceptar con ecuanimidad. No importa qué 412 le pasara, el estoico no permitía que nada perturbara su tranquilidad. Buscaba ser indiferente tanto al placer como al dolor. Para alcanzar una vida virtuosa practicaba una rígida autodisciplina y se sujetaba a un autoexamen diario. Las 4 virtudes cardinales del estoicismo eran la sabiduría, la justicia, el valor y la temperancia; consideraba el suicidio como algo honorable. El estoicismo enseñaba un concepto de la unidad y fraternidad mundial. Como todos los seres racionales están bajo la misma ley universal, todos los hombres son hermanos. La distinción de clases, si existe, es una barrera artificial que se debe eliminar por medio de la religión antes que por una revolución social. Filón, para interpretar el AT, usó el método alegórico de interpretación usado por los estoicos y otros filósofos para explicar los mitos griegos, y tuvo mucha influencia sobre los intérpretes cristianos de las Escrituras. Descendiente de Quelub de la tribu de Judá (1 Cr. 4:11, 12). Parte basta del lino o del cáñamo que queda al peinarlos y que se emplea para cuerdas, telas bastas y otros usos. Un pedazo de estopa arde fácilmente en contacto con una llama (Jue. 16:9), y el hecho de que sea tan inflamable lo convierte en una ilustración adecuada de la destrucción por medio del fuego (Is. 1:31). Apoyo bajo en forma de caja para sostener los pies de una persona sentada en una silla alta, especialmente usado en relación con los tronos. En la Biblia se emplea el término, en general, en los pasajes poéticos donde, en forma simbólica, se menciona la tierra o Jerusalén como el estrado de Dios (ls. 66:1; Lm. 2:1; Hch. 7:49; etc.). En varios textos (Sal. 110:1; Lc. 20:43; He. 1:13; etc.) se dice que los enemigos de Dios serán el estrado de sus pies. Esta expresión metafórico era bien entendida en el mundo antiguo, pues se han encontrado ilustraciones de enemigos atados, pintados o tallados, en los estrados de los reyes, por ejemplo, el de Tutankamón (fig 521). En 2 Cr. 6:13 se emplea kiyyôr para el estrado de bronce que Salomón mandó colocar en el templo, sobre él se colocó para la ceremonia de inauguración del templo. Cuerpo celeste. Estos atrajeron la atención de los antiguos, y sus movimientos, su número y su agrupación aparente llegó a ser el tema de mucho estudio y análisis. Cuando la humanidad perdió de vista a Dios como creador, consideró las estrellas como objetos de veneración más bien que como evidencias del poder divino. Las supersticiones de los pueblos paganos en relación con las estrellas dio origen a la seudo ciencia de la astrología, que enseña que los cuerpos celestes tienen influencia no sólo sobre el mundo natural sino también sobre los asuntos humanos. Durante algunos períodos los astrólogos* tuvieron cargos de gran importancia en las cortes reales (Dn. 2:2). Los astrónomos de Babilonia, Asiria y Egipto determinaron los límites de las constelaciones, y asignaron las 12 constelaciones del plano de la eclíptica a los 12 signos del zodíaco. Establecieron los calendarios y predijeron los eclipses con asombrosa exactitud. Las naciones paganas que rodeaban a Israel en Palestina incluían las estrellas (así como el Sol y la Luna) en su panteón, y tanto Israel como Judá, durante su apostasía, adoraron a la hueste del cielo (2 R. 17:16; 21:3; cf Dt. 4:19). Dios se refirió a las incontables estrellas para ilustrar a Abrahán las ilimitadas bendiciones y la incontable descendencia que tendría el patriarca (Gn. 15:5; 22:17). Job menciona ciertas constelaciones en su descripción del poder de Dios (Job 9:9; 38:31, 32), y otros escritores bíblicos reconocieron que las estrellas están bajo el poder de Dios (Is. 13:10; Jer. 31:35) y que habían sido creadas por él (Sal. 8:3, 4; 19:1). Acerca del "lucero" de 2 P. 1:19 (gr. fÇsfóros) se cree que se refiere al planeta Venus. Véase Lucero; Lucifer; los nombres de las constelaciones individuales. 1. Lugar donde los israelitas hicieron el 1º campamento después de salir de Sucot en Egipto bajo la dirección de Moisés (Ex. 13:20; Nm. 33:6); aún no ha sido identificado con certeza. Como estaba al borde del desierto, se lo debe buscar en algún lugar en el extremo oriental de Wâd§ Tumilât, cerca del Lago Timsa o cerca del Gran Lago Amargo. El nombre Etam se aplicaba a la porción del desierto de Sur que está entre la frontera egipcia y Mara, y que llevó 3 días atravesarla (Nm. 33:8; cf Ex. 15:22). Mapa V, B-4 (que muestra a Etam quizá demasiado al norte). 2. Nombre de una roca, al norte de Judá, en cuya cueva Sansón vivió por un tiempo después 413 de haber salido de Timnat (Jue. 15:8, 11). No ha sido identificada. 3. Descendiente de Judá (1 Cr. 4:3). Pudo haber dado su nombre al pueblo de Etam 5. 4. Lugar en la parte sur del territorio de Judá que fue asignado a Simeón (1 Cr. 4:32). No ha sido identificado todavía con seguridad, pero se lo debe buscar en la vecindad de En-rimón. Mapa V, A-6. 5. Pueblo en las proximidades de Belén que Roboam fortificó después de la secesión de las 10 tribus (2 Cr. 11:6). El sitio que ocupaba se llama hoy Khirbet el-Khôkh, a unos 4 km al sudoeste de Belén. El manantial cercano de {Ain {At~n ha conservado el nombre. En este lugar se encuentran los famosos "estanques de Salomón", que antiguamente proporcionaban agua a Jerusalén por medio de un acueducto. El agua de estos estanques ahora es conducida a Belén. Mapa VI, E-3. 6. Desierto por el cual el pueblo de Israel vagó antes de llegar a Mara (Ex. 33:6-8). 1. Miembro de la tribu de Judá, hijo de Zera (1 Cr. 2:6). Probablemente era el ezraíta famoso por su sabiduría mencionado en 1 R. 4:31. Algunos lo identifican con el "Etán ezraíta" del título del Sal. 89, pero no es claro cuándo vivió este Etán. 2. Levita de la familia de Gersón, antepasado de Asaf (1 Cr. 6:42). 3. Levita de la familia de Merari, que fue uno de los cantores del templo designado por David (1 Cr. 6:44; 15:17, 19). Pudo haber sido el mismo Jedutún de otros textos que enumeran los cantores del templo (1 Cr. 16:41; 25:1, 6; 2 Cr. 5:12; 35:15). Mes* judío (y también cananeo, llamado Tishri después del exilio) que comienza con la luna nueva de septiembre u octubre; constaba de 30 días. Se llamó el 7º mes (1 R. 8:2) porque los meses se numeraban de acuerdo con el año* religioso, que comenzaba en Abib (Nisán), en la primavera del hemisferio norte; Etanim, o Tishri, iniciaba el año civil. El 1º de Tishri era el día de Año Nuevo; el 10, el Día de la Expiación; y el 15, el 1er día de la fiesta de los Tabernáculos. El 10 del mes también sonaba la trompeta para anunciar el año del jubileo* (Lv. 25:9). Rey de Sidón (y Tiro), padre de Jezabel y suegro de Acab, rey de Israel (1 R. 16:31). Era sacerdote de Astarté cuando mató a su hermano Felles, rey de Sidón, y usurpó el trono c 887 a.C. Bib.: ANET 287; FJ-AJ viii.13.1, 2; ix.6.6; FJ-AA i.18. 1. Lugar en Judá (Jos. 15:42), identificado por algunos como Khirbet el-{Ater, a unos 21 km al oeste-noroeste de Bet-sur. Otros lo identifican con Eter 2, o con Atac.* 2. Lugar asignado a Simeón cerca de En-rimón (Jos. 19:7), identificado, sobre la autoridad del Onomásticon de Eusebio, con Khirbet {Attîr, a unos 24 km al noreste de Beerseba (pero algunos piensan que Eusebio confundió el lugar con Jatir). Algunos lo consideran idéntico a Eter 1. Término bíblico que denota un período de larga duración, siempre en un sentido relativo con respecto a la naturaleza de las circunstancias o condiciones descriptas por la expresión. Ni {ôlâm ni aionios por sí mismas implican un tiempo sin principio ni fin, como sugiere la palabra española "eterno" o "sempiterno". Por cuanto el significado de estas palabras depende de la naturaleza del objeto al que se aplican, el lapso así designado puede no tener principio ni fin, o un principio sin fin, o un principio y un fin; "perpetuo" podría ser una traducción mejor. {Ôlâm indica un tiempo de duración indefinida cuyos límites son desconocidos o no especificados. Cuando se refiere a Dios significa "eterno" en el sentido absoluto, sin comienzo ni fin, porque Dios sí es eterno (Gn. 21:33). Cuando se usa para la vida de los redimidos indica un tiempo con comienzo pero sin fin, el resultado del otorgamiento de la inmortalidad (Dn. 12:2). La calidad durativa, indefinida pero sin embargo finita de 'ôlâm es claramente evidente de Ex. 21:6, donde se traduce la expresión como "para siempre". Aquí se especifica que un esclavo que ha servido a su amo por 6 años, pero que al fin de ese período elige voluntariamente unirse a su amo para de allí en adelante servirlo "a perpetuidad", puede hacerlo. Evidentemente, aquí {ôlâm tiene principio y tiene fin; se especifica el principio, y el fin de su servicio se supone que terminará con la muerte del esclavo. Véase Infierno (III). En vista de que los escritores del NT eran hebreos por raza y cultura, usaron aionios, el equivalente griego de {ôlâm, con el mismo 414 sentido en que habrían usado la palabra {ôlâm si hubieran escrito en shebreo. El adjetivo aionios deriva su forma del sustantivo aion ("edad", "era", "siglo" o "mundo" considerado desde el punto de vista del tiempo, como en Mt. 12:32; 13:22, 39; etc.), y sencillamente significa: "que dura una era" o "de duración indefinida". En cada caso que se use la palabra, es la naturaleza del objeto o la circunstancia que se describe como "eterno" o "sempiterno" lo que determina la significación durativa y terminal de aionios (según el contexto y la analogía de las Escrituras). El concepto popular de que "eterno" (como traducción de {ôlâm y aionios) siempre sugiere duración sin fin, no tiene base bíblica. Habitante de Etiopía* (2 Cr. 12:3; Jer. 13:23; etc.). De acuerdo con 2 S. 18:21-23, 31 y 32, también el gentilicio de un soldado del ejército judío encargado de llevar las malas noticias del frente al monarca de turno (algunas versiones dicen "cusita", que en definitiva es lo mismo porque cus* es Etiopía). En tiempos bíblicos, la región que en tiempos clásicos se llamó Nubia, y lo que hoy es en parte Egipto y en parte Sudán. Su frontera norte era la 1ª catarata del Nilo en Asuán; la frontera sur permaneció indefinida. El heb. Kûsh se deriva del nombre del primogénito de Cam (Gn. 10:6), quien llegó a ser el antepasado de los habitantes de Etiopía. Los habitantes de este país eran camíticos, como los egipcios y los libios, aunque los egipcios se referían a los cusitas como negros; su color oscuro, al que se alude en la Biblia (Jer. 13:23), fue el que originó ese sobrenombre (la fig 181 muestra a soldados nubios). Mapas IV, C/D-4/5; XII, F-5. La antigua Etiopía incluía no sólo Nubia sino parte de la Arabia occidental sobre el Mar Rojo (varias referencias bíblicas a Etiopía se deben aplicar también al Cus arábigo). El etíope Zera de 2 Cr. 14:9 no podría haber invadido el sur de Palestina si hubiera venido de la Etiopía africana, ya que egipto en ese tiempo controlaba rígidamente su país y también Nubia; debe de haber sido un cusita arábigo. Sin duda esto también es cierto de los etíopes de Is. 45:14. Nubia siempre fue codiciada por los egipcios por causa de sus minas de oro en las montañas, y su riqueza en ganado, marfil, cueros y ébano, y porque los productos del África central entraban a Egipto a través de los mercaderes nubios. El país fue conquistado por los fuertes reyes de la dinastía 12ª de Egipto, pero durante el 2º período intermedio que la siguió, cuando los hicsos gobernaron parte de Egipto, recuperó su independencia. Después, los poderosos reyes del Imperio Nuevo, que reocuparon Nubia, la pusieron bajo un gobernador egipcio que se llamaba Príncipe de Nubia. En esa época los nubios adoptaron la religión y la cultura egipcias, y con el tiempo llegaron a ser más conservadores en lo egipcio que los egipcios mismos. Más tarde Nubia recuperó su independencia, y cuando Egipto se debilitó, invadió ese país (c 750 a.C.). Por casi 90 años Egipto fue gobernado por reyes etíopes, cuya capital estuvo en Napata, cerca de la 4ª catarata del Nilo. La dinastía etíope se conoce como la 25ª en la historia de Egipto. El rey más conocido de ella es Taharka (el Tirhaca bíblico; 2 R. 19:9), que intentó venir en ayuda del rey Ezequías de Judá durante la invasión asiria de Senaquerib. Finalmente Esar-hadón,* el hijo de Senaquerib, derrotó a los etíopes y los expulsó a su propio país. Desde entonces no tuvieron más poder sobre países extranjeros. En tiempos del NT la tierra estuvo gobernada por una sucesión de reinas, cuya capital estaba en Meroe, a unos 210 km al noreste de Cartum. Cada reina llevaba el título de candace* (Hch. 8:27). El reino meroítico existió hasta c 350 d.C., y luego dio lugar al poder abisinio de Aksum. Mapa IV, D-5. Etiopía se menciona con frecuencia en la Biblia; se habla de sus ríos (Is. 18:1; Sof. 3:10), indicando sin duda el Nilo Blanco y el Azul, y tal vez también el Atbara; se menciona a Nubia como el país de origen de ciertas piedras preciosas (Job 28:19); y como un país famoso por su comercio (Is. 45:14). El salmista predijo el tiempo cuando los etíopes extenderían sus manos hacia Dios (Sal. 68:31). Algunos de los profetas hebreos previeron su condenación (Is. 20:1-6; Sof. 2:12). Bib.: G. Reisner, JEA 9 (1923):34-77; T. S@ve-S`derbergh, Aegypten und Nubien (Egipcios y nubios) (Lund. 1941).
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