domingo, 9 de enero de 2011

Dabeset - Daniel, Libro de. DICCIONARIO BÍBLICO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA












DICCIONARIO BÍBLICO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA
 











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EL DICCIONARIO BÍBLICO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA



Dabeset - Daniel, Libro de


Dabeset


(heb. Dabbâsheth, "joroba" (de camello)).


Pueblo en la frontera de Zabulón, cerca de Jocneam (Jos. 19:11), quizá Tell esh-Shammam, a unos 9,5 km al norte de Meguido.


Dádiva.



Véase Don.


Daga


(heb. jereb).


Arma más corta que una espada, usada para dar puñaladas. La palabra aparece en la RVR sólo en 2 S. 20:8 y 10, porque el vocablo hebreo generalmente se vierte como "espada". Sin embargo, "espada" no parece apropiado en el contexto. La evidencia arqueológica muestra que la daga era ampliamente usada entre las naciones antiguas, incluyendo Palestina (figs 146, 147). Aparentemente jereb designaba no sólo la espada larga, sino también una más corta como la daga. Es posible que en otros pasajes jereb también se deba traducir como "daga" o "puñal".


Bib.: AWBL 10, 44, 60, 78, 140-145.


146. Dos dagas encontradas en Palestina.


147. Daga del rey Tutankamón en el Museo de El Cairo. La hoja es de hierro; la empuñadura es de oro, con incrustaciones de piedra, y el botón del mango, de cristal de roca; la vaina es de oro, ornamentada con obra de esmaltado.


Dagón


(heb. Dâgôn; ugar. Dgn; ac. Dagân y Dagûna).


Etimología no clara. Algunos piensan que el nombre viene del heb. dág, "pez (pescado)", y creen que Dagón era un dios-pez; otros, del heb. dâgân, "grano", y creen que era el dios de los granos. Ambas etimologías, defendidas con frecuencia, son dudosas; sobre todo la primera, a pesar de que en el antiguo Oriente existían dioses mitad peces y mitad humanos, y de que las monedas griegas de Aradus y Ascalón muestran figuras de dioses-peces.


Divinidad ampliamente adorada entre los semitas del oeste desde los tiempos de Sargón de Acad. Como lo consideraban el padre de Baal, era un dios importante en el panteón ugarítico. Su templo, adyacente al de Baal, ha sido excavado en Ras Shamra. Los cananeos de Palestina también lo adoraban, como lo demuestra el hecho de que 2 pueblos en tiempos de Josué -uno en Judá (Jos. 15:41) y otro en Aser (19:27)- se llamaban Bet-Dagón, que significa "casa (o templo) de Dagón". Es virtualmente seguro de que había un templo a Dagón en ambos lugares. De acuerdo con H. Schm`kel, en la actualidad existen 3 aldeas en Palestina que llevan el nombre Beit-Degan.


El hecho de que Dagón aparezca en el AT como el principal dios filisteo, sugiere que ellos debieron haber adoptado a este dios cuando invadieron Palestina. En el AT se mencionan 3 centros de adoración de Dagón relacionados con los filisteos: 1. El templo de Dagón en Gaza, donde Sansón encontró la muerte (Jue. 16:21-30). 2. El templo de Dagón en asdod, al que fue llevado el arca después de la batalla de Afec. Tenía una estatua de Dagón, probablemente con forma humana, ya que se mencionan la cabeza, la cara y las palmas de las manos. Esta cayó al suelo y se 292 quebró cuando el arca estuvo en su templo (1 S. 5:1-4). Este o su sucesor existió hasta el s II a.C., cuando fue finalmente destruido por Jonatán Macabeo (1 Mac. 10:83, 84-11:4). 3. El templo de Dagón en Bet-sán, al cual los filisteos llevaron la cabeza del rey Saúl y su armadura después de la batalla del monte Gilboa, en la que el rey perdió la vida (1 S. 31:9,10; 1 Cr. 10:6-10). Las excavaciones arqueológicas, dirigidas por la Universidad de Pennsylvania, que se realizaron en el montículo de Bet-sán, encontraron un templo del tiempo de Ramses III, en el lado sur, en el estrato V, que se cree que probablemente estaba dedicado a Dagón cuando los filisteos eran dueños de la ciudad.


Bib.: H. Schm`kel, RLA 11:99-101; A. Rowe, The Four Cananite Temples of Beth-sha (Los cuatro templos cananeos de Bet-sán) (filadelfia, 1940),I:22-30; A. S. Kapelrud, Baal in the Ras Shamra Texts (Baal en los textos de Ras Shamra) (Copenhagen, 1952), pp 52-56, 64-66.


Dalaías


(heb. Delâyâh y Delâyâhû, "Yahweh (me) ha atraído (ha librado)").


Descendiente de David y Salomón (1 Cr. 3:1, 24).


Dalfón


(heb. Dalfôn, quizá "goteando"; probablemente un nombre persa o ac.; si fuera de origen sem., como el ac. Dullupu, significaría "insomne").


Hijo de Aman (Est. 9:7).


Dalila


(heb. Delîlâh, "coqueta" o "lánguida").


Mujer filistea, del valle de Sorec, que fue la amante de Sansón y la causa final de su ruina (Jue. 16:4-22).


Dalmacia


(gr. Dalmatía).


Región costera de la península balcánica sobre el Mar Adriático. Los guerreros dálmatas pertenecieron una vez al reino de Ilírico. Cuando Grecia y Macedonia llegaron a ser posesiones romanas, los dálmatas siguieron gozando de semiindependencia; a veces pagaban tributo a Roma, pero más a menudo se rebelaban. Después de varias campañas militares fueron sometidos por Octaviano en la guerra ilírica (35-33 a.C.) y, después de otra revuelta, por Tiberio (6-9 d.C.), antes que fuera emperador. Entonces la región fue convertida en provincia romana. Después de una fracasada rebelión (42 d.C.), llegó a ser parte de la provincia de llírico, y probablemente estuvo incluida en la mención que hace Pablo de "llírico" en Ro. 15:19. Dalmacia Se menciona en el NT sólo en 2 Ti. 4:10, donde el apóstol le informa a Timoteo que Tito había partido para ese lugar, probablemente con fines misioneros. Mapa XX, A-2.


Dalmanuta


(gr. Dalmanouthá, de significado desconocido).


Lugar, muy probablemente, en la costa occidental del Mar de Galilea (Mr. 8:10). Su ubicación es desconocida. Como el pasaje paralelo de Mt. 15:39 dice Magdala o Magadán (BJ, la evidencia textual favorece esta 2ª forma), Dalmanuta ha sido considerada como una variante nominal o un error del escriba, que debió escribir Magadán.*


Dámaris


(gr. Dámaris, tal vez "ternera (novilla)" o "mansa").


Mujer de Atenas que se hizo cristiana como resultado del sermón de Pablo en el Areópago (Hch. 17:34). Su nombre es único y todavía no se lo ha encontrado en fuentes griegas no bíblicas; en consecuencia, se ha sugerido que debería ser Dámalis, "becerra", nombre femenino griego corriente. Debió haber sido una mujer principal, ya que sólo esas mujeres asistirían a reuniones públicas como la que Pablo tuvo en el Areópago. Que únicamente ella y un alto oficial ateniense sean nombrados entre los conversos, apoya aún más la sugerencia de que era una persona altamente respetada. Véase Dionisio.


Damasceno


(gr. damask'nós).


Ciudadano de Damasco.* La expresión aparece sólo 2 veces en la Biblia: en Gn. 15:2 para identificar la nacionalidad de Eliezer, mayordomo de Abrahán; y en 2 Co. 11:32 y 33, donde Pablo cuenta su huida de la ciudad de Damasco, bajado en un canasto por una ventana sobre el muro, con lo que pudo escapar de sus enemigos.


Damasco


(heb. Dammeséq, Dúmmeséq y Darmeséq (1, 2), "actividad"; ac. Dimashqa; egip. Tmsk; gr. Damaskós; heb. tappúaj (3), literalmente "fruto o planta de dulce fragancia" (del verbo nápaj, "alentar", "soplar")).



1.


Ciudad de Siria, al este de los montes Antilíbano, sobre una meseta de unos 670 m s.n.m. (Gn. 14:15). La región está regada por el río Abana* (fig 1), que se divide en varios brazos antes de llegar a la ciudad (una tradición dice que uno de ellos es el Farfar bíblico; 2 R. 5:12). Estas aguas la transforman en un grande y fértil oasis al borde del desierto, hecho que justifica su importancia, haciendo de la ciudad para el desierto lo que un buen puerto es para el mar. Buenos caminos partían de Damasco en todas direcciones. En tiempos antiguos, la ruta más corta entre Egipto y Mesopotamia pasaba por esta ciudad, que también se hallaba en el cruce del camino entre Siria y Transjordania, y conectaba Anatolia y la Mesopotamia del norte con Arabia del Sur. Su posición en la encrucijada de las naciones hacía de Damasco "la cabeza de Siria" (ls. 7:8). Mapa VI, A-5.


Abrahán habría pasado por Damasco en camino 293 de Harán a Canaán; por lo menos se habría relacionado con ella, porque Eliezer, uno de sus principales siervos, era damasceno (Gn. 15:2). El nombre de ella aparece por 1ª vez en los registros egipcios del tiempo de Abrahán. Se la menciona otra vez como una ciudad-estado entre los reinos conquistados por Tutmosis III (c 1486-c 1450 a.C.) y enumerados para la posteridad. Durante el período de Amarna cayó en manos de los hititas (c 1350 a.C.), pero obtuvo nuevamente su independencia con la caída del imperio producida por la invasión de los Pueblos del Mar (c 1200 a.C.).


Cuando David constituyó el Imperio Hebreo, conquistó la ciudad y puso en ella una guarnición israelita (2 S. 8:5, 6; 1 Cr. 18:5, 6), pero se la perdió en tiempos de Salomón. Durante su reinado, Rezón, que se había rebelado contra su señor (el rey de Soba) y había organizado una banda de "guerrilleros" en el tiempo en que David derrotó a Soba, llegó a ser rey de Damasco (1 R. 11:23, 24). Rezón fundó un reino arameo que perduró un poco más de 200 años. A continuación se da una cronología aproximada de este reino, establecida con datos bíblicos e inscripciones arameas y asirias. Mapas VIII, IX, A-5.


REYES ARAMEOS


Estos gobernantes estaban en frecuente conflicto con los reyes de Israel y Judá, aunque se hicieron alianzas ocasionales para afrontar a un enemigo común. Tabrimón y Ben-adad I fueron aliados de Abías y Asa, reyes de Judá, y Ben-adad I envió ejércitos contra Israel para ayudar a Asa (1 R. 15:18-22; 2 Cr. 16:2-4). Ben-adad II tuvo varios choques con Acab, pero fue derrotado entre otras cosas, dio a Acab derechos de ocupar parte del bazaar (mercado) en Damasco (1 R. 20:1-34). Cuando el rey Salmanasar III de Asiria invadió Occidente, Acab de Israel, Ben-adad de Damasco (llamado Adad-idri en los registros as.) y varios otros reyes sirios y palestinos unieron sus fuerzas y enfrentaron a los asirios en Qarqar sobre el Orontes (853 a.C.; Mapa XI, B-4). Los asirios se vieron obligados a retroceder, y Siria se sintió segura por el momento. Inmediatamente Israel comenzó otra vez a atacar a su anterior enemigo, Damasco, pero Acab perdió su vida en la batalla que siguió (22:29-35). Los sirios victoriosos siguieron molestando a Israel durante el reino de Joram, hijo de Acab. Probablemente fue durante el reinado de este último rey que los sirios sitiaron Samaria, lo que causó un hambre que casi lo obligó a rendirse (2 R. 6; 7). Más tarde, Hazael, comandante del ejército del rey, asesinó a ben-adad y usurpó el trono (8:7-15). Hazael llegó a ser una plaga para Israel y Judá, como lo había predicho Eliseo (vs 11, 12). Ocupó territorio israelita en Transjordania (Am. 1:3, 4), y marchó sobre Jerusalén, la que se salvó de la destrucción a cambio del alto tributo que pagó Joás de Judá (2 R. 12:17, 18). Se encontraron placas de marfil trabajado de la cama real siria, inscriptas con el nombre del rey Hazael, en las excavaciones de Arslan Tash, en la Mesopotamia del norte, donde los asirios la habían llevado junto con el botín de Damasco, probablemente en tiempos de Ben-adad III, hijo de Hazael (fig 247).


148. Mirando a través de la puerta de la ciudad antigua, "la calle que se llama Derecha" en Damasco.


Ben-adad III, llamado Mari en las inscripciones asirias, tuvo problemas con los asirios, y también fue derrotado varias veces por el rey Joás de Israel, quien recuperó las ciudades perdidas ante los arameos por su padre (2 R. 13:24, 25). Rezín, el último rey de Damasco, reconoció que sólo un frente unido de todos los estados occidentales podía salvarlos de los asirios, e hizo una alianza con Peka de Israel, y parece que también intentó unir a Judá en 294 ese pacto. Probablemente porque Acaz de Judá rehusó plegarse a la alianza, Rezín y Peka invadieron Judá (2 R. 16:5; Is. 7:1-8). Acaz pidió ayuda al rey de Asiria, y Tiglat-pileser III marchó contra Damasco y tomó la ciudad en el 732 a.C, abolió la soberanía, deportó a la población y convirtió a la región en una provincia asiria. Si bien, a pesar de todo, Damasco recuperó su prosperidad, en los siglos siguientes pasó de un poder a otro, sucesivamente de los babilonios, los persas y los greco-macedonios. En el 64 a.C. fue conquistada por los romanos, pero posteriormente se le permitió unirse al grupo de 10 ciudades libres llamada Decápolis. En el s I d.C. aparentemente perteneció temporariamente a Aretas IV, rey de los nabateos (2 Co. 11:32).


En Damasco había una sólida comunidad judía que sostenía varias sinagogas (Hch. 9:2;), y el cristianismo se arraigó entre ellos en una fecha temprana. Cuando Saulo de Tarso viajó para purgar a la ciudad de cristianos (Hch. 9:1, 2), recibió la visión de Cristo en las afueras y se convirtió (22:6-16). La tradicional "calle que se llama Derecha" (Hch. 9:11, 19) tiene unos 3 km de largo (fig 148), y cruza la ciudad de noreste a sudoeste. Su nombre moderno es Sultaniyeh, y el Sûq (et-Tawîleh), "El mercado largo", ocupa una porción considerable de la calle. Las excavaciones muestran que una vez fue una magnífica avenida franqueada por columnatas.


149. Visión a vuelo de pájaro de la ciudad de Damasco, situada en un fértil oasis entre las montañas y el desierto; mirando hacia el suroeste los montes Antilíbano como trasfondo, y el monte Hermón en el extramo izquierdo.


Damasco es una de las ciudades continuamente habitadas más antiguas del mundo. Aunque, como todas ellas, fue conquistada y repetidamente saqueada, siempre se levantó de las cenizas de la destrucción como el ave fénix de la mitología. La ciudad moderna se llama ahora Esh-Sham, y su edificio más importante es la mezquita Omayyad; se cree que originalmente el templo de Rimón estuvo en ese lugar (2 R. 5:18). Sin embargo, el templo fue reemplazado en el s IV d.C. por una iglesia cristiana dedicada a la memoria de Juan el Bautista, que a su vez fue convertida en una mezquita musulmana en el s VIII d.C. La inscripción griega sobre la puerta sur, que dice: "Tu reino es reino de todos los siglos, y tu 295 señorío en todas las generaciones" (Sal. 145:13), nunca fue retirada. Hasta hace pocos años era visible desde el techo de un negocio construido junto a la mezquita, pero ahora ha sido tapada con revoque.



2.


Desierto que tuvo que recorrer Elías para llegar a la ciudad y ungir a Hazael por rey de Siria (1 R. 19:15).


Bib.: C. Watzinger y K. Wulzinger, Damaskus, die antike Stadt (Damasco, la ciudad antigua) (Berlín, 1921); A. Jepsen, "Israel und Damaskus" (Israel y Damasco), AIO 14 (1942):153-172; ANET 281, 282; FJ-GJ ii.20.2.



3.


Árbol frutal (Jl. 1:12) que, según algunos eruditos y botánicos modernos, sería la significación más correcta del término hebreo (estos investigadores consideran que las condiciones ácidas de la manzana no hacen del manzano* una traducción adecuada del vocablo original). Es abundante en Palestina, y muy probablemente lo haya sido desde los tiempos bíblicos. Mide unos 9 m de alto y tiene corteza rojiza. Moldenke dice que en Chipre todavía se le dice "manzana de oro" al damasco (cf Pr. 25:11). Algunas modernas versiones inglesas traducen "damasco" en Cantares (2:3, 5; 7:8; 8:5, NEB).


Dan


(heb. Dân, "juez", "juicio" o (Dios) "juzga").



1.


Hijo de Jacob con Bilha (la criada de Raquel; Gn. 30:5, 6); tuvo un hijo, Husim (46:23). Nada más se registra de su vida.



2.


Tribu, los descendientes de Dan 1. A esta tribu se le asignó una pequeña región al norte de la Sefela, a la que pertenecían las ciudades de Zora, Ajalón, Ecrón y Elteque (Jos. 19:40-46; 21:5, 23, 24). Sin embargo, los danitas* no ocuparon todo su territorio (Jue. 1:34, 35), sino que enviaron espías que encontraron lugares apropiados al norte de Palestina, a los que emigraron. Expulsaron a los habitantes de Lesem o Lais, ocuparon su territorio y llamaron Dan a la ciudad (Jos. 19:47; Jue. 18). Aholiab, uno de los artífices del tabernáculo y de sus muebles (Ex. 31:6). y el juez Sansón (Jue. 13:2, 24) eran danitas. La profecía de Jacob con respecto a los descendientes de Dan 296 se encuentra en Gn. 49:16, 17. A Dan se lo menciona entre las 12 tribus en Ez. 48:1, 2, pero no en Ap. 7:4-8. Mapa VI, D/E-2/3.



3.


Pueblo en un fértil valle al pie del monte Hermón, cerca de las fuentes del ledán, uno de los arroyos que forman el río Jordán (Jue 18:28, 29). Era la ciudad más septentrional ocupada por los israelitas. La expresión "desde Dan hasta Beer-seba" o "desde Beer-seba hasta Dan" se usaba para describir toda la extensión de la tierra de Israel desde el límite norte hasta la frontera sur (Jue. 20:1; 1 Cr. 21:2; etc.). El pueblo parece haber pertenecido a Sidón antes que Dan lo conquistara (Jue. 18:7, 27-29). Su nombre original era Lesem,* o Lais, nombre por el cual se menciona en los textos de execración* egipcios, y en los textos cuneiformes de Mari* del s XVIII a.C. Tutmosis III la incluye entre las ciudades que conquistó. Cuando los danitas la tomaron y la convirtieron en ciudad israelita, le cambiaron el nombre por el de Dan (Jos. 19:47; Jue. 18:7, 29). El uso de este nombre para la ciudad en tiempos anteriores (Gn. 14:14; Dt 34:1) es sin duda la obra de un copista posterior que reemplazó el nombre obsoleto por el corriente en su época.


La ciudad de Dan fue un centro de idolatría desde el principio de su historia israelita. Sus fundadores danitas llevaron consigo una imagen esculpida que habían robado en su camino hacia el norte (Jue. 18:18-20, 30, 31). Más tarde, Jeroboam I de Israel construyó en Dan uno de sus 2 templos para adoración del becerro (1 R. 12:28-30; 2 R. 10:29; Am. 8:14). Dan, junto con varias importantes ciudades vecinas, fue sometida por Ben-adad I de Damasco (1 R. 15:20; 2 Cr. 16:4). Toda la región fue conquistada otra vez por Tiglat-pileser III de Asiria en tiempos del rey Peka de Israel (2 R. 15:29) e incorporada a una provincia asiria. El sitio ha sido identificado con Tell el-Qâ8§ que es el equivalente del nombre antiguo, puesto que el árabe qâ8§ significa "juez". Los israelíes actuales le han cambiado el nombre otra vez y se la conoce ahora como Tell Dan. Es un montículo relativamente grande de unas 20 ha de superficie, y se encuentra en un valle rico y fértil. Mapa X, B-4.


Las excavaciones del sitio se iniciaron en 1966 bajo la dirección de A. Biran y el patrocinio del Departamento de Antigüedades de Israel. Continuaron cada año, por lo menos hasta 1978. Han mostrado que en el lugar existía una ciudad grande, sin fortificaciones (3er, milenio a.C.). En el s XVIII a.C. la ciudad fue sólidamente fortificada mediante macizos terraplenes de tierra y prosperó por muchos siglos. A mediados del s XII a.C. fue conquistada por los danitas israelitas, quienes siguieron confiando en los viejos terraplenes hasta que el rey Jeroboam I de Israel construyó una sólida muralla de unos 3,6 m de espesor con una puerta, 2 torres y 4 salas de guardia. En el punto más alto del montículo se descubrió una plataforma casi cuadrada (18,3 x 18,9 m) a la que se accedía mediante una escalera de 8 m de ancho desde el sur. Esta plataforma pudo haber servido como un santuario al aire libre, un lugar alto para la adoración del becerro de oro de Jeroboam I. Fue construido en su tiempo y ensanchado durante los reinos de Acab y de Jeroboam II. Durante la temporada de 1976 se encontró una estela votiva que tiene una inscripción bilingüe de 4 líneas en griego y en arameo, del período helenístico, que dice: "Esta es una promesa de Zilas al dios de Dan".


Bib.: A. Biran, EAEHL I:313-321; IEJ 26 (1976):202-206; FJ-AJ v.3.1; viii.8.4. 4.



4.


Campamento (heb. majanêh-Dân; Jue. 13:25; 18:12, BJ) ubicado entre Zora y Estaol; un lugar no identificado al oeste de Quiriat-jearim. Mapa VI, B-4. Véase Lais 1.


Dana


(heb. Dannâh, "fortaleza" o "murmuración").


Lugar en la región montañosa de Judá (Jos. 15:49); no identificado con certeza.


Daniel


(heb. y aram. Dâniyyê'l; más correctamente, Dâni'êl, "Dios es mi juez" o "juicio de Dios"; ugar. y nab. Dn'l; pal. Dny'l; ac. Dânilu; gr. Daniel).



1.


Hijo que le nació a David con Abigail en Hebrón (1 Cr. 3:1); también llamado Quileab* (2 S. 3:3).



2.


Sacerdote del tiempo de Nehemías que puso su firma al pacto de lealtad a dios, probablemente como jefe de la casa de su padre (Esd. 8:2; Neh. 10:6).



3.


En Ez. 14:14. 20 y 28:3 se hace referencia a un Daniel, y en el texto hebreo figura Dn'l en vez de Dny'l como aparece en el libro de Daniel. En los primeros 2 pasajes está, junto con Noé y Job, como ejemplo de hombre justo, y en el 3er pasaje, como un hombre extraordinariamente sabio. El descubrimiento de los textos ugaríticos trajo a luz un héroe de tiempos antiguos, "Dan'el, el refaíta", que fue conocido como "juez de la causa de las viudas, solución del caso de los huérfanos". A partir de este descubrimiento, muchos eruditos han sugerido que este Dan'el debió ser el que se menciona en Ezequiel junto con los otros 2 antepasados (Noé y Job) en lugar de Daniel, el contemporáneo de Ezequiel. Señalan que la forma de escribir el nombre Dan'el en Ezequiel y en los textos ugaríticos es la 297 misma, mientras que el del estadista Daniel es diferente. Al respecto, hay que recordar que en la tradición judía existía un Dan'el antediluviano, pues el libro seudoepigráfico de los Jubileos (producido en los ss III o II a.C.) dice que el suegro de Enoc fue Dan'el (4:20). Además, es digno de tomar en cuenta que Dan'el de los textos ugaríticos es llamado rp', "refaíta", un término paralelo a "Refaím", un pueblo de los tiempos patriarcales (Gn. 14:5; Dt. 2:11, 20, BJ; 3:11, 13, BJ; etc.).


Bib.: ANET 149-151.



4.


Estadista y profeta en la corte de Nabucodonosor durante el cautiverio babilónico, y autor del libro que lleva su nombre. Daniel era de familia real (Dn. 1:3) y, por tanto, de la tribu de Judá. Obviamente era joven cuando fue llevado cautivo, por cuanto su servicio en el extranjero, primero por un tiempo en la corte de Babilonia, y más tarde, brevemente, bajo el Imperio persa, abarcó un período de por lo menos 67 años (1:1-4, 7, 21; 10:1; 12:13). Como era un joven príncipe promisorio y capaz (1:3, 4), fue seleccionado, junto con otros, para un curso de 3 años destinado a prepararlo para servir en la corte (vs 5, 19). El currículo incluía, entre otras cosas, "las letras y la lengua de los caldeos (el arameo)" (v 4). Los estudiantes que tomaron el curso eran considerados miembros de la corte y gozaban de ciertos privilegios especiales (v 5). Aparentemente, desde el principio la bondadosa personalidad y la integridad del carácter de Daniel le conquistaron el favor de los oficiales de la corte a cuyo cargo estaba (1:8, 9). Estas cualidades pronto le dieron la oportunidad de demostrar las ventajas de una dieta saludable (vs 8-16). Al fin del curso (3 años, cómputo inclusivo), Daniel y sus 3 compañeros se graduaron con los más altos honores (vs 17-20). De ese modo, aun antes de entrar al servicio de la corte Daniel había conquistado el respeto y la confianza del rey y de sus cortesanos, al haber dado evidencia de su personalidad simpática, de su físico saludable y de su intelecto superior, en adición a su talento natural y a su integridad de carácter.


150. Domo en forma de pico del edificio que, según la tradición, es la tumba de Daniel en Susa.


Muy poco después surgió una situación que, en la providencia de Dios, inició para Daniel una carrera como ministro y consejero del rey (Dn. 2). Nabucodonosor tuvo un sueño de una gran imagen que, por su clímax espectacular, produjo una impresión profunda en el interés de un monarca idólatra. Cuando despertó, descubrió que el contenido del sueño se había borrado de su mente. Llamó a sus sabios para que se lo recordaran, quienes admitieron que sólo "los dioses" podían responder al pedido del rey (vs 10, 11). En este escenario Daniel demostró su relación con el Dios del cielo, no sólo al revelar el sueño sino también al interpretarlo, con lo que se ganó la confianza de Nabucodonosor como representante del Dios verdadero (vs 46-49). Después de transcurrido un tiempo no indicado, Nabucodonosor erigió una magnífica estatua de oro y exigió que todos sus oficiales se inclinaran ante ella (cp 3). Esta imagen probablemente debía representar un imperio que nunca terminaría, como un desafío a la predicción del sueño del cp 2, que señalaba que Babilonia sería sucedido por otro poder mundial (2:38, 39). Por alguna razón, parece que Daniel no fue convocado en esa ocasión. Quizá Nabucodonosor, conociendo la firmeza de su ministro y teniéndolo en alta estima por su valor y servicios al reino, para no exponerlo a una negativa segura, lo envió previamente en alguna misión a una tierra lejana para que no pudiera estar presente en la adoración de la imagen, y así salvarlo de la muerte; o estaría enfermo.


Luego de transcurrir otro período no indicado, quizás hacia el fin del reinado de Nabucodonosor, el rey nuevamente olvidó al Dios del cielo (4:4, 30). El Señor le dio un sueño que presagiaba su humillación (vs 5-18), y una vez más Daniel demostró que era el único capaz de interpretarlo (vs 19-27). Pasada la humillante experiencia predicha por el sueño (vs 28-34), Nabucodonosor reconoció públicamente la grandeza de Dios, manifestó sumisión a Dios y dio a entender su disposición a cooperar con el plan divino para su reinado (vs 1-3, 34-37). Pero los sucesores en el trono, que sabían muy bien todo eso, rehusaron seguir al rey en su sumisión a la voluntad de 298 Dios (5:22), y realmente lo desafiaron (vs 2-4, 23). Esta resistencia persistente y obstinada a cumplir el plan divino produjo la caída del reino en breve plazo, pocos años antes de la terminación de los 70 años de cautiverio (Jer. 25:12; 29:10; Dn. 9:1, 2). El nombramiento posterior de Daniel como alto funcionario del Imperio Persa le dio la oportunidad de testificar de su fe ante los dirigentes de la nación que estaba destinada por Dios para cumplir el predicho retorno de los judíos a su tierra y para ayudarles a establecerse otra vez en ella. Su liberación del foso de los leones exaltó el reconocimiento de Daniel como embajador de la corte del cielo (Dn. 6:22 28), y sin duda abrió el camino para llamar la atención de Ciro a las profecías concernientes a él y de su papel en la restauración de Jerusalén (ls. 44:24-45:13).


En por lo menos 4 ocasiones Daniel recibió revelaciones divinas: 1. En la visión de Dn. 7, a comienzos del reinado de Belsasar. 2. En la visión del cp 8, unos 2 años más tarde. 3. En la comunicación del cp 9, después de la conquista de Babilonia por los persas. 4. En la visión de Dn. 10 y la larga explicación que la siguió, registrada en los cps 11 y 12, en el 3er año del nuevo imperio (véase CBA 4:890). Daniel vivió hasta por lo menos el 3er año de Ciro, y en ese tiempo debió haber tenido casi 90 años de edad. Véase Daniel, Libro de.


Daniel, Libro de.



En las traducciones españolas, así como en la LXX y la Vulgata, Daniel aparece entre los Profetas Mayores, después de Ezequiel. Sin embargo, en el canon hebreo Daniel está clasificado entre los Kethûbîm ("Escritos"), que incluían los libros que aparecen en las biblias castellanas desde 1 Cr. hasta Cnt., con Rt. y Lm. Se han dado diversas explicaciones para la posición de Daniel en el canon hebreo, de las cuales las más importantes son: 1. Daniel no fue aceptado por los judíos como parte del canon sagrado hasta que se fijó el contenido de "la ley" (el Pentateuco) y de "los profetas" (Lc 24:44). 2. Daniel, aunque es llamado profeta (Mt. 24:15), primariamente fue funcionario y estadista, no un profeta. De acuerdo con este punto de vista, tenía el don profético, pero no el oficio profético; es decir, no se dirigió a sus contemporáneos en el nombre del Señor y ni los exhortó como hicieron los demás profetas. Al mismo tiempo, recibió importantes visiones. Véase Daniel IV.



I. Autor.


El punto de vista tradicional, tanto de judíos como de cristianos, es que el libro de Daniel fue escrito por Daniel. su principal personaje, durante el s VI a.C. Josefo se refiere a Daniel como a un gran profeta, y al libro como anterior a Alejandro Magno (quien murió en el 323 a.C.) y aun a Artajerjes I (quien comenzó a reinar en el 465 a.C.). Cristo habló en forma similar acerca de Daniel: como profeta y como autor del libro que lleva su nombre (Mt. 24:15). Además de estas evidencias externas, el autor del libro se identifica como Daniel, su personaje principal, y con frecuencia habla en 1ª persona (Dn. 8:1, 2; 9:2 1O:1, 2; etc.). Que también escriba en 3ª persona (cps 1; 2; etc.) no necesariamente implica que él no fuera el autor, ya que esto era una práctica corriente entre los escritores antiguos.



II. Ambientación.


Desde el tiempo del filósofo neoplatónico Porfirio (c 300 d.C.), uno de los primeros críticos que atacaron la historicidad del libro, su autenticidad e inspiración han sido repetidamente atacadas, particularmente durante los 2 últimos siglos. Hoy la mayoría de los eruditos cristianos lo atribuyen a un autor anónimo del tiempo de la rebelión macabea, a mediados del s II a.C. Los 3 principales argumentos que esgrimen son: 1. El tema principal de la porción profética de Daniel es el gran poder perseguidor descripto desde el cp 7 en adelante: Antíoco IV Epífanes (175-164/63 a.C.). Conectado con esto está el rechazo de la idea de que los profetas tenían la capacidad de predecir con exactitud el futuro. Para ello sostienen que si lo que pretende ser profecía predictiva aparece como cumplimiento razonablemente exacto en la historia, es porque la predicción debió haber sido escrita después que ocurrió el evento. 2. Las secciones históricas del libro contienen numerosos errores históricos, anacronismos y conceptos erróneos. 3. La inclusión de palabras persas y griegas en el libro son evidencias de su fecha tardía.


Con respecto a la 1ª de las críticas se pueden destacar 3 puntos: a. Que algunas de las especificaciones proféticas parezcan adecuarse a Antíoco (y muchos comentaristas que aceptan el libro como predicciones genuinas admiten por lo menos algunas aplicaciones a Antíoco en los cps 8 y 11) no demuestra que un cumplimiento posterior se pueda ajustar a los requerimientos en forma igual o más completa. b. La insistencia en que Antíoco fue el poder perseguidor del cp 7, por lo menos es tan subjetiva como creer que ese poder es posterior; es absolutamente indispensable para quienes suponen que el cumplimiento de la predicción se debe buscar durante el tiempo en que se escribió o aún antes. c. La inconsistencia de esta interpretación con los hechos históricos, tanto acerca de Nabucodonosor como de Ciro Y desde Antíoco en adelante, se 299 presenta como una prueba de que el autor ignoraba esos hechos y por lo tanto fue un seudo Daniel del s II a.C. En otras palabras, a pesar de un conjunto de especificaciones en la profecía, algunas de las cuales se podrían cumplir en Antíoco y algunas otras no, es ilógico concluir que las especificaciones que no se corresponden con los hechos son una indicación de que el autor ignoraba su tema; es más lógico dudar de la corrección de la interpretación.


Con respecto a la 2ª pretensión se debe notar que el autor da evidencias repetidas de que era un conocedor exacto de las circunstancias históricas en las que escribe los cps 1-6 (el Imperio Neobabilónico y los primeros años del Imperio Persa). Sin embargo, el conocimiento detallado de estos hechos se perdió mayormente durante los siglos que siguieron. Sólo con los descubrimientos arqueológicos relativamente recientes han aparecido a la luz otra vez esos hechos, con lo que se auténtica la narración histórica del libro en numerosos puntos. Los críticos que atribuyen el libro a alguna otra persona que no sea el personaje principal y lo asignan al período macabeo (c 165 a.C.), no pueden explicar el conocimiento exacto de hechos históricos en un escritor tan tardío, hechos que se habían olvidado mucho antes de su tiempo, y que sólo hace poco salieron a la luz. Por ejemplo, los escritores griegos casi ignoran a Nabucodonosor, y cometen el error de atribuir su amplia reconstrucción de Babilonia a Semíramis, quien en realidad fue una reina madre en Asiria que vivió 2 siglos antes. Hasta la 2ª mitad del s XIX no se conocía ninguna evidencia histórica con respecto a Belsasar, el último rey de Babilonia, y los críticos generalmente señalaban este silencio como una evidencia de que el escritor estaba mal informado. Por supuesto, actualmente está ampliamente documentada la existencia de Belsasar, su posición de corregente en Babilonia durante la ausencia de su padre y su papel en los últimos años antes de la caída del imperio. La supuesta discrepancia entre Dn. 1:1 y Jer. 25:1, y entre Dn. 1:5, 18 y 2:1 con respecto a los años del reinado de Joacim y de nabucodonosor, se puede resolver si tomamos en consideración el sistema, ahora bien conocido, de numerar los años de reinado con el "año ascensional" o el de la "posdatación", y el hábito antiguo de cálculo inclusivo. Véanse Babilonia; Ciro; Cronología I, B, C; Nabucodonosor; Persia.


Con respecto al 3er argumento, ahora se sabe que los artistas jonios (griegos) y los persas eran empleados de la corte babilónico, a quienes fácilmente se los puede responsabilizar por la introducción de palabras extranjeras. Además, las extensas actividades comerciales de los fenicios y los arameos, junto con el hecho de que los artículos de intercambio comúnmente retenían los nombres que se les daba en la región de origen, también pueden explicar el uso de estas palabras extranjeras. Además, algunos vocablos que antes se pensaban que eran persas, se reconocen ahora como de origen babilónico.



III. Aspectos lingüísticos.


Una característica literaria del libro de Daniel es que está escrito parte en hebreo y parte en arameo. La porción en arameo comienza en el 2:4 y sigue hasta el cp 7 inclusive. Esta era una especie de lingua franca usada extensamente en el Asia occidental. El arameo de Daniel, casi idéntico al de las porciones arameas de Esdras, tiene una gran cantidad de palabras babilónicas y persas, como puede esperarse. Algunas veces se lo llama caldeo, aunque impropiamente. No se sabe si el libro fue escrito originalmente en los 2 idiomas (parte en hebreo y parte en arameo), o si una parte o la otra es una traducción. También se ha sugerido que el libro apareció en 2 ediciones: una en hebreo para los judíos de Palestina, y otra en arameo para los judíos de la Mesopotamia. De acuerdo con esta teoría, una porción de la copia que había en Jerusalén fue destruida en tiempos de las guerras macabeas del s II a.C., y más tarde esa porción perdida fue reemplazada por la porción correspondiente de la copia aramea, sin traducirla. Es posible también que el autor comenzara a escribir en arameo en el lugar donde los caldeos se dirigieron al "rey en lengua aramea" (2:4), y que continuara en ese idioma mientras escribía en esa ocasión. Cuando reanudó la escritura (en 8:1), escogió usar el hebreo. Es seguro que Daniel conocía ambos idiomas: había sido criado en Jerusalén y, más tarde, había estudiado arameo en Babilonia (1:4). Como estadista, se esperaba que pudiera usar fluidamente la lengua oficial del gobierno al que servía. Así, cuando llegó el momento de contar un discurso hecho en arameo sería natural que lo relatara en el idioma que se usó, y luego siguiera la narración en su lengua. Sin duda, por las razones apuntadas, el arameo llegó a ser tan familiar para Daniel como su propia lengua hebrea.


Bib.: FJ-AJ, x.11.4, 6; x. 11; xi.8.5, FJ-AA 1.8.



IV. Bosquejo y Contenido.


El libro se puede dividir en 2 partes: la 1ª es esencialmente de naturaleza histórica, y la 2ª es profética. Apropiadamente se lo podría llamar un manual de historia y profecía. La sección histórica 300 presenta, con ejemplos prácticos, los principios de la verdadera filosofía de la historia, y sirve como prefacio a la sección profética, en la que esos principios y esa filosofía se proyectan hacia el futuro. Un informe bastante detallado del trato de Dios con una nación, Babilonia, presenta un modelo para comprender el surgimiento y la caída de las otras naciones que le seguirían. Como estadista destacado en 2 grandes imperios de la antigüedad, Daniel estaba bien capacitado para percibir y comprender la actuación de Dios en su relación con Babilonia, y para recibir un bosquejo inspirado de los futuros acontecimientos. De acuerdo con la filosofía planteada en el libro, es función de los gobiernos proteger y edificar la nación y dar a su pueblo la oportunidad de conocer y alcanzar el propósito del Creador para ellos. Una nación es fuerte en proporción a la fidelidad con que cumple los planes de Dios para con ella; su éxito depende del uso que haga del poder que se le ha confiado; su acatamiento del propósito divino es la medida de su prosperidad; y su destino está determinado por la elección que sus líderes y su pueblo hacen en relación con estos principios.


a


La sección histórica de Daniel revela cómo, cuando el pueblo elegido de Dios, los judíos, entró en una crisis en su historia, el rey y los oficiales del Imperio Babilónico llegaron al conocimiento verdadero Dios y de su voluntad para con ellos como nación. La apostasía nacional del pueblo judío culminó con el cautiverio babilónico: si habían de aprender la lección de lealtad a Dios que la cautividad les debía enseñar, tenían que ser sujetados con mano firme pero sin ser eliminados como nación. La misión de Daniel en la corte era conseguir la cooperación del rey con la voluntad divina para que el propósito de Dios se pudiera realizar. Los primeros 4 capítulos revelan el medio por el cual Dios consiguió la lealtad de Nabucodonosor. Daniel y sus 3 compañeros ganaron la confianza y el respeto del rey y de su corte como hombres de personalidad agradable, salud vigorosa e intelecto superior (Dn. 1). Por medio de estos 4 hombres de principio, y mediante una sucesión dramática de intervenciones providenciales, Nabucodonosor se instruyó plenamente en el conocimiento, el poder y la autoridad del Dios de Daniel. La insuficiencia de la sabiduría humana, vívidamente demostrada en relación con el sueño de la imagen de oro del cp 2, condujo a Nabucodonosor a admitir ante Daniel: "Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor delos reyes, y el que revela los misterios" (v 47). El incidente de la imagen de oro y del horno de fuego demostró el poder de Dios de trastornar la voluntad del rey cuando está en oposición a la de Dios. "No hay dios que pueda librar como éste" (3:29), admitió Nabucodonosor. Al levantar la estatua de oro, desafió la expresa declaración de Dios del cp 2:38, 39 de que su reino sería sucedido por otros reinos. Su política imperial era fundar un reino que durara para siempre. El horno de fuego fue un intento definido de silenciar toda oposición a este plan, pero la efectiva liberación providencial de los 3 hebreos de sus llamas le reveló al rey que él no tenía poder para torcer los propósitos del Todopoderoso (3:28). La experiencia del cp 4 -los 7 años durante los cuales su jactancioso sabiduría y poder le fueron temporalmente retirados -le enseñó no sólo que el Altísimo es omnisciente (cp 2) y omnipotente (cp 3), sino que gobierna el destino de las naciones (4:17, 25, 32). Nabucodonosor no estaba dispuesto a admitir que en sabiduría, poder y autoridad, el Dios del cielo trascendía todas las proezas de los hombres, pero aprendió la lección. Sin embargo, los reyes que siguieron a Nabucodonosor en el trono de Babilonia deliberadamente rehusaron beneficiarse de la experiencia del mas grande gobernante del imperio. Abiertamente desafiaron a Dios (5:23), con pleno conocimiento de lo que estaban haciendo (v 22). En vez de cumplir el propósito divino de su existencia, el reino de Babilonia se llenó de orgullo y fue cruel y opresor. Fue pesado en la balanza divina y hallado falto (vs 25-28), y el dominio mundial pasó a los persas (vs 30, 31).


En la liberación de Daniel del foso de los leones, el Señor demostró su poder y autoridad ante los dirigentes del Imperio Persa (Dn. 6:20-23), lo que condujo a Darío a reconocerlo como "el Dios viviente" (v 26) y a admitir que "la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada" (v 8) debía ceder ante los decretos del Altísimo. Es evidente que, impresionado favorablemente por esto, y por las profecías que describían su papel en el retorno de los judíos a su patria (ls. 44:26-45:13), Ciro cumplió su misión divinamente asignada y proclamó el decreto de la restauración de Judá. De esta manera, la sección histórica del libro de Daniel demuestra el principio de que la sabiduría, el poder y la autoridad divinos operan a través de las naciones para el eventual cumplimiento del propósito divino.


b.


La porción profética del libro traza 4 grandes líneas de profecía: 1. La gran imagen del cp 2. 2. Las 4 bestias y el cuerno pequeño del cp 7. 3. El carnero, el macho cabrío y el cuerno pequeño de los cps 8 y 9. 4. Los reyes 301 del norte y del sur de los cps 10-12. Cada una de las 4, en su forma particular y desde su punto de vista, repasa la historia del mundo desde el tiempo de Daniel en adelante. Las 4 convergen en el fin del mundo y culminan en el reino eterno que Dios se propone establecer, y por ello, en general, son paralelas en alcance y naturaleza.


Aunque el propósito principal del sueño de Dn. 2 fue revelar a Nabucodonosor su papel como gobernante de Babilonia, y de paso hacerle saber "lo que había de ser en lo por venir" (vs 29, 30), es de gran valor para nosotros hoy, pues nos proporciona un breve bosquejo de la historia del mundo a través de 4 poderes mundiales sucesivos. Sólo hace referencias incidentales al pueblo de Dios. La 2ª profecía - la visión de Dn. 7 - cubre el mismo tiempo pero enfatiza las experiencias de los hijos de Dios, su victoria final y el juicio divino sobre sus adversarios. Daniel recibió las visiones 3ª y 4ª después que el Imperio Babilónico prácticamente había completado su período, por lo que no figura en ninguna de ellas. La 3ª visión destaca los intentos de Satanás de desbaratar el plan de salvación como está representado en los servicios del santuario y el pueblo elegido (8:9-14, 23-26). Se promete la restauración de la cautividad babilónica (9:24-26), pero con esta promesa aparece una advertencia de una desolación futura que terminará sólo con la "consumación" final (8:17, 19; 9:26, 27). La 4ª visión (cps 10-12) difiere de las anteriores en que se plantea en lenguaje literal y no figurado. Sin embargo, cubre el mismo período de las que la preceden, pero añade más detalles en ciertos puntos. En particular, presenta un panorama más completo de la experiencia del pueblo de Dios antes de la 1ª y 2ª venidas de Cristo. El centro del énfasis en la 4ª visión es "lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días" (10:14). El relato de este bosquejo de historia (11:2-39) llega hasta "los postreros días" (10:14) y los acontecimientos que han de ocurrir "al cabo del tiempo" (11:40) o tiempo del fin.



V. Apocalíptica.


Las profecías de Daniel están íntimamente relacionadas con las del Apocalipsis, que cubre parte del mismo tiempo, pero éste pone un énfasis especial en el papel de la iglesia cristiana como pueblo elegido de Dios. Así, detalles que pueden parecer oscuros en el libro de Daniel, a menudo se aclaran al compararlos con el Apocalipsis. La porción de la profecía de Daniel relacionada con los días finales fue sellada (12:4), mientras que Juan recibió la instrucción específica de no sellar "las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca" (Ap. 22:10). Según esto, a ciertas porciones oscuras del libro de Daniel el Apocalipsis les quita el sello.


En vista de la naturaleza generalmente paralela de las 4 visiones en cuanto a alcance y contenido, resulta muy útil un cuadro comparativo con las informaciones suministradas por las 4 profecías en cuanto a cada punto importante. Las 4 apuntan a "los postreros días", o "tiempo del fin", cuando dios librará a su pueblo de sus enemigos y "recibirán el reino" (Dn. 2:28, 29, 45; 7:1, 2, 18; 8:13, 14, 17, 19, 26; 10:1, 14; 12:1, 6): a. Babilonia. Aparece en las primeras 2 visiones: una como la cabeza de oro de la imagen (2:32, 37, 38), y la otra como un león con alas de águila (7:4). b. Medo-Persia. Figura en las 4 visiones: en la 1ª como el pecho y los brazos de plata (2:32, 39), en la 2ª como un oso (7:5), en la 3ª como un carnero con 2 cuernos (8:3, 4, 20), y en la 4ª, en lenguaje literal, bajo varios de sus reyes (10:20; 11:2). c. Grecia -es decir, el Imperio Greco-macedónico-oriental de Alejandro- y sus sucesores, los reinos helenísticos. Aparecen en la 1ª visión como el "vientre" y los "muslos" de bronce (2:32, 39), en la 2ª como un leopardo con 4 alas (7:6), en la 3ª como un macho cabrío con sus cuernos (8:5-8, 21, 22) y en la 4ª, en lenguaje literal, bajo Alejandro y sus sucesores (10:20; 11:2-4). d. Roma. En la 1ª visión como las piernas de hierro de la imagen (2:33, 40), en la 2ª como una bestia feroz e indescriptible (7:7, 19, 23), en la 3ª como un cuerno pequeño que se "engrandeció sobremanera" (8:9, 10, 23, 24), y en la 4ª, en lenguaje literal aunque un poco más oscuro (los comentadores no están de acuerdo en cuanto a cuándo se presenta Roma por 1ª vez; algunos creen que ya en 11:14; otros, que aparece más tarde). La oposición de Roma a Cristo se presenta en las visiones 3ª y 4ª (8:11, 12; 11:22, 30). e. Las naciones europeas que sucedieron a Roma. En la 1ª visión como los pies de la imagen, de hierro y de barro cocido mezclados (2:33, 42, 43), y en la 2ª como los 10 cuernos de la bestia indescriptiblemente feroz (7:7, 20, 24; posiblemente también en 11:31). Mapas XII; XIII; XIX.


La apostasía que se desarrolló figura en la 1ª visión sólo de paso, pero recibe comentarios más tarde. Su oposición a Dios y a Cristo está representada en la 2ª visión bajo el símbolo de un cuerno pequeño con una boca que habla blasfemias (7:8, 20, 25), en la 3ª por el cuerno pequeño en su fase posterior (8:9-12, 23-25), y en la 4ª -de acuerdo con una interpretación 302- como un rey soberbio que se exalta sobre Dios (11:31-38). Una interpretación alternativa aplica los vs 36-38 a Turquía y a Francia. También se describe su oposición al pueblo de Dios y a la verdad (7:21, 22, 25; 8:10-13, 24; 11:30-35; 12:1,10). La política papal se traza también en 7:8, 20, 25; 8:11-14,19, 25; y, de acuerdo con otra idea, en 11:31, 36-39, 44, 45. El fin último de los reinos de la tierra se presenta en la 1ª visión bajo la destrucción de la imagen mediante una piedra (2:34, 35, 44, 45), en la 2ª bajo la figura del juicio final (7:9-12, 16), en la 3ª por su rotura "no por mano humana" (véase 8:14, 17, 19, 25; 9:27), y en la 4ª por Miguel preparado para librar a su pueblo (11:27, 35, 45; 12:1, 2). ƒ. El reino de Cristo. En la 1ª visión aparece como una piedra que llena la tierra (2:34, 35, 44, 45), en la 2ª se indica literalmente que el Hijo del hombre recibe el dominio (7:13, 14), y en la 4ª como Miguel que se levanta (12:1).


Así, las 4 visiones presentan colectivamente un cuadro más claro del proceso mediante el cual Dios se propone realizar su voluntad en la historia, cómo quienes lo aman y sirven sufrirán, pero al fin triunfarán, y cómo "los reinos del mundo" llegarán a ser "de nuestro Señor y de su Cristo" (Ap. 11:15; véase CBA 4:771-782).






















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