En Cuba no hay libertad religiosa. Una triste realidad que si sorprende a muchos es por la acertada manipulación que ejerce el régimen mediante su sofisticada, a veces sutil, maquinaria propagandística para confundirla con la libertad de culto.
"Las violaciones de la libertad religiosa asumen formas muy diversas, brutales o refinadas, siempre peligrosas e injustas en muchos países", expresó el Papa Juan Pablo II en un discurso ante el cuerpo diplomático de la Santa Sede en enero de 1983.
Esta falta de libertad religiosa comenzó desde principios de la revolución en 1959. La Iglesia Católica fue la institución religiosa más embestida por la horda revolucionaria llegada al poder. Un número considerable de sacerdotes y religiosos fueron detenidos y luego expulsados del país. El liderazgo laical de Acción Católica sofocado. Muchos templos cerrados. Todos los centros de beneficencia y escuelas católicas, clausurados.
Un ejemplo clave de esos duros momentos fue el testimonio oral expuesto por el último director del colegio La Salle de Santiago de Cuba, Osvaldo Morales Mustelier y un grupo de ex alumnos en la presentación por los cien años de la llegada de La Salle a la isla. "Los milicianos registraban a los Hermanos cada vez que salían o entraban al colegio, se mantenían apostados con armas largas enfrente de sus habitaciones y dormían dentro del propio edificio-escuela", señaló Morales. Contaron que los encargados de la intervención del Colegio santiaguero no creían en las cifras que arrojaban los libros de contaduría. Los interventores esperaban una jugosa cantidad de dinero y se toparon conque el colegio estaba en banca rota.
Apenas alcanzaba para pagar el salario del mes a los maestros y trabajadores. La Salle había continuado con su trabajo a pesar de que muchos padres no podían pagar ya las cotizaciones porque habían sido igualmente despojados de sus propiedades y dineros. El colegio cobraba una pequeña cuota al 50 % del alumnado, el por ciento restante era matrícula gratis. En fin, el acoso a los 104 Hermanos residentes en Cuba terminó haciéndoles exiliarse en Republica Dominicana, Puerto Rico, México y Estados Unidos.
De esta forma afloraba el carácter anticlerical del nuevo gobierno revolucionario que, de algún modo, asemejaba la postura de otras revoluciones en relación a la Iglesia Católica y a la religión. Signada por la máxima marxista de que la religión es el opio de los pueblos, el anticlericalismo cubano tomó una identidad propia. A diferencia de la Revolución Francesa, que nunca ocultó su deseo de extirpar la religión de la sociedad, la revolución cubana trató de hacer lo mismo, pero usando métodos menos evidentes.
De forma sutil acosó a quienes se declararon creyentes, que eran expulsados de sus empleos y escuelas. No podían aspirar a carreras universitarias. Miles fueron recluidos en Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). La UMAP se convirtió en una especie de campo de concentración para seminaristas, testigos de Jehová, creyente, hippies y toda persona considerada como lacra por el sistema socialista.
El hoy Cardenal de Cuba, Jaime Ortega Alamino, sufrió reclusión en uno de estos campos.
Amilanados por la ideología imperante, millones de cubanos se apartaron de sus creencias y se confesaron ateos. Quienes se declararon creyentes se condenaron a sí mismos y a sus familias al más crudo ostracismo. Pero en los años 1990, después del colapso comunista en Europa del Este, el régimen tuvo que aplicar algunas medidas sociales, políticas y económicas que evidentemente no hubiera concedido jamás.
La libertad de culto comenzó a ganar espacio dentro de la sociedad. La popular canción del prestigioso músico Adalberto Álvarez, "Y que tú quieres que te den" marcó el inicio del fin de la proscripción de temas religiosos en la cancionística insular desde 1959. Otros autores comenzaron entonces a expresar su fe por primera vez sin acarrearse problemas. La cantante de temas campesinos Celina González declaró estar feliz cuando finalmente pudo manifestar su devoción a la Virgen de la Caridad.
El sincretismo popular, fruto del fenómeno esclavista que vivió el continente americano durante cuatro siglos, se colocó a la cabeza de las prácticas religiosas en el país. Denominaciones cristianas separadas del catolicismo comenzaron a ganar espacio a partir de que sus elites se alinearon al régimen. Pastores protestantes ocupan hoy puestos en la Asamblea Nacional. Su apoyo incondicional al sistema socialista salió a la luz cuando tomaron parte en el litigio por el niño Elián González.
Mientras, la Iglesia Católica tuvo que esperar la visita del Papa Juan Pablo II para ganar ciertos espacios que jamás podrán compararse a los disfrutados antes de la revolución. El Arzobispo de Santiago Mons. Pedro Meurice Estíu dijo al Santo Padre cuando le recibió en su Arquidiócesis: "Le presentamos la época gloriosa del Padre Varela, del Seminario San Carlos en La Habana y de San Antonio María Claret en Santiago, pero también los años oscuros en que, por el desgobierno del patronato, la Iglesia fue diezmada a principios del siglo XX y así atravesó el umbral de esta centuria tratando de recuperarse hasta que, en la década del 50, encontró su máximo esplendor y cubanía. Luego, fruto de la confrontación ideológica con el marxismo-leninismo, estatalmente inducido, volvió a ser empobrecida de medios y agentes de pastoral pero no de mociones del Espíritu como fue el Encuentro Nacional Eclesial Cubano".
En la actualidad no puede hablarse de libertad religiosa en Cuba. La cierta libertad existente para profesar algunos cultos religiosos dista mucho de una auténtica libertad religiosa.
Fuente: Cubanet.org
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